martes, 4 de diciembre de 2012

¿Pero no era que se desvalorizaba el barrio?

1 de la madrugada y estaba lleno.
Con la presencia de San Lorenzo en avenida La Plata, anoche los comercios aledaños facturaron como no los deja el angurriento hipermercado francés. Además, se sintieron seguros con la presencia de policías y gendarmes.

Cuando te alejabas un poco de la concentración de gente, y caminabas por las calles aledañas al futuro predio (que sí, incluye un estadio multipropósito) te sorprendías por cómo el barrio cambiaba su paisaje. Y no sólo por ver mucha gente de noche en un sitio que hace 33 años no se la ve, sino por cómo los comercios se regocijaban de clientes que jamás tuvieron ni tendrán si no está ahí San Lorenzo.
 
Sabido es que esa zona, Boedo Sur, jamás creció inmobiliariamente tras la partida del Ciclón (la única construcción grande fue cuando estaba San Lorenzo, que son las torres de Inclan, por cierto una edificación mala para quienes conocen del rubro) ni tampoco comercialmente, porque sólo el hipermercado -que aniquiló a todos- tuvo su rédito, a costa de traer inseguridad en la zona y nulas inversiones para explotar el barrio.
 
Anoche, la heladería “Capri” de avenida La Plata y Balbastro, acostumbrado a la tranquilidad de la noche y la venta pasajera, no previó el fenómeno San Lorenzo y, únicamente su encargado se hizo cargo de la incensaste demanda. Colas y colas de hinchas para tomar un helado. No es descabellado pensar que esta firma haya facturado lo mismo o más que alguna coqueta y de renombre de Belgrano, Palermo o Barrio Norte.
 
Ante el heladero, me presenté como periodista de San Lorenzo. Le consulté, en medio de la gran cantidad de clientes, si era el día que más había vendido en el año. Con gesto de preocupación y desborde, me dio la mejor respuesta: "En este momento no puedo, ¿te parece hablarlo otro día?".
 
La pizzería lindante también era una locura de gente. Los pizzeros reconocieron que se quedaron sin masa ni harina. La parrilla, frente a la sede de avenida La Plata, es común verla con pocos comensales durante la noche. Ayer hasta las mesas en las veredas y con gente esperando para comer eran postales que sorprendían hasta los propios mozos. Y ni hablar de los kioscos que, acostumbrados a las rejas por la reinante inseguridad de la zona, expendieron golosinas, bebidas y comestibles más que cualquier día.
 
Todos los comercios extendieron sus horarios habituales y pedían que no termine la noche. Pensar que algunos aún insisten en esa ridiculez de que un club social y deportivo, con un estadio, sería un problema para el barrio. Por eso barrio River es barato. Por eso cerca de las canchas de Ferro y Argentinos las propiedades están en liquidación. Los anti vueltas y operetas no pueden mentir ante la realidad. Aunque los más acérrimos dirán que la gente tomó mucho helado porque hacía calor. No hay peor ciego que el que no quiere ver.

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