martes, 23 de abril de 2013

Opinión | Con aire juvenil


Las circunstancias ameritan, en un momento álgido, dar la cara, decir señores aquí estoy yo, no voy a derrumbarme ahora, a la vista de buitres sedientos de sangre. San Lorenzo fue al Viaducto, en una semana especial, con rumores periodísticos acerca de una salida prematura de Juan Antonio Pizzi del banco de suplentes, que era el último partido, que hay distancia entre jugadores y cuerpo técnico, en fin, una bola de nieve que fue creciendo con el correr de los días y que sellaba como trascendental este choque ante Arsenal, recientemente eliminado de la Copa Libertadores, pero en posición expectante en este Torneo Final.

El resultado fue positivo, la premura golpeaba la puerta, el rendimiento también y pese a seguir dilapidando ocasiones, el Ciclón encontró respuestas a interrogantes, aflorando el instinto juvenil, el condimento que tanto le hacía falta al equipo.

Héctor Villalba es cosa seria. Atrevido, punzante, parece estar segundos adelantados a lo que va a proponer el defensor de turno. El gol a Racing no fue casualidad, más bien causalidad de la conexión mente y cuerpo que requiere un futbolista que pretenda sobresalir a la chatura habitual que muestra el fútbol argentino cada fin de semana. Del desprejuicio hay ganancia, parece lema de esta camada de chicos, con Correa, Contreras y Navarro, éste último titular y abriendo el marcador con un tiro libre magistral que desde hace varios años no contemplábamos en Boedo. Pegada exquisita, certera, un elemento que Pizzi debe exprimir al máximo si se desea dañar por vía aérea a los próximos rivales. Lo bueno, multiplicarlo.

Este paso por Sarandí es un avance, una cabeza erguida que busca un horizonte más sólido, firme, para otras expectativas, ir caminando despacio pero continuamente a propósitos más acordes a la historia de San Lorenzo, por ejemplo una clasificación a copas internacionales. Lo vivido la tarde/noche del domingo debe solidificar y reafirmar que el proceso de aclimatación a los juveniles que irrumpieron en la Primera División se mantiene y asciende en rendimientos concretos, con el fin auspiciante de tiempos venideros más prósperos.

La jugada de Pizzi marcó, amén de las suspensiones de Jara y Prósperi, la salida del once de Julio Buffarini. 4-4-2, extender el dominio desde los costados y evitar los desbordes de Carbonero y Nicolás Aguirre. Piatti, de gran partido, el mejor desde que arribó al club y Leandro Navarro vencieron en este duelo 2 x 2. El ex Lecce se entendió a la perfección con Villalba, pies sensibles que entienden un mismo vocabulario. Así, la ecuación se simplifica y cosechamos ganancias. Navarro cubrió su costado, ayudándolo a Meza, de irregular labor aunque entendiendo que hace más de un año no era titular, pudo suplir la falta de timming con un coraje y garra también dignos de destacar. Con éxitos en las bandas, el doble cinco entre Kalinski y Mercier avanzó yardas y el predominio del partido se tiñó de azulgrana. Es lógica pura, con ellos adelante, no metiendo la cola tan cercana a los centrales, San Lorenzo obtiene presencia y fútbol para abastecer a los delanteros, más a Villalba que a Stracqualursi, quien se perdió un gol increíble en el complemento, dando muestras de una perfomance en franco decrecimiento. Igual, parece ser más productivo en términos de equipo que Jara dentro de un contexto de andar pésimo en ambos. En esta puja, el ex GELP y Tigre estructura una imagen más acorde a lo que requiere Villalba, un eje que pueda destrabar marcas y le clarifique el panorama al juvenil.

La defensa, pese a distracciones luego del empate de Arsenal, sí, Furch, justo Furch, pudo amoldarse al juego que origina Arsenal, desborde y centros a las referencias ofensivas. Entró Benedetto, de gran partido ante River, la fecha pasada, y no logró romper el cerco que plantó Pizzi con cuatro centrales (Meza, Alvarado, Gentiletti y Kannemann). Desacoples, sí, los hubo, Alvarado sufrió en demasía a Furch, tan distinto al que se vio en San Lorenzo el pasado semestre, pero no hubo graves fallas que lamentar. Matías Ibáñez también dijo presente en lo aéreo, salió y con confianza. Lo requería tras una fecha difícil como la que vivió ante Racing.

Bien, San Lorenzo. Los chicos pusieron la cara, usaron el criterio como si tuvieran mil batallas encima, y dejaron un aura de promisoria confianza para lo que se viene. Hubo golpe de suerte, sí, caída de Campestrini, pero el triunfo se sostuvo con argumentos sólidos y ante todo, los tres puntos eran necesarios, para qué engañarnos. Soplamos para que los fantasmas se disipen, con aire juvenil.

Adrián Pertoldi

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