jueves, 19 de diciembre de 2013

El festejo de San Lorenzo terminó con el papa Francisco en la plaza San Pedro


En una audiencia con emoción y paz, la comitiva de San Lorenzo le ofrendó el título del Inicial al papa Francisco.


ROMA.- "¿Estás seguro de que no te los querés quedar?" Mostrando toda su humanidad, toda esa normalidad que descoloca en un Vaticano aún encorsetado más allá de la informalidad del Papa del fin del mundo, Francisco , ayer por la mañana, le hizo esa pregunta a Sebastián Torrico.
El arquero de San Lorenzo , que hizo una espectacular atajada con "la mano de Dios" y "con la mano del Papa" -según el vicepresidente de San Lorenzo, Marcelo Tinelli -, le estaba regalando al Papa sus legendarios guantes. "No, no me los quiero quedar, son para usted", le contestó, con la voz entrecortada, emocionado hasta las lágrimas, Torrico, que confesó que nunca jamás olvidará ese día en el Vaticano con Francisco.
Los guantes de Torrico, junto a una foto del mítico René Pontoni y la Copa ganada el domingo pasado por San Lorenzo -que es la original, según se destacó- y que fue entregada al Papa, primero, en una audiencia privada y, luego, más tarde, finalizada la audiencia pública de los miércoles, "para que todo el mundo pudiera vivir el festejo", pasará a ser parte de la historia de la Iglesia católica. "La copa, la foto y los guantes van a ir a los museos vaticanos", aseguraron los dirigentes de San Lorenzo.
En una audiencia privada lograda gracias al embajador argentino ante la Santa Sede, Juan Pablo Cafiero, Francisco, el "hincha más importante" de San Lorenzo, le dedicó entre 30 y 40 minutos a los dirigentes del club de su amores. El encuentro tuvo lugar en un salón de la planta baja de la domus Santa Marta, donde reside Jorge Bergoglio, en un clima de lo más distendido e informal. El Papa "cuervo" y porteño hasta la médula, en su salsa, lució sonriente, de buen humor, auténtico como siempre.
"Nos contó anécdotas familiares, cuando su papá lo llevaba a la cancha; hablamos de las obras del club con los más pobres... Y, cuando nos vio, nos dijo que estábamos locos por haber venido hasta acá para llevarle el trofeo", contó Tinelli, en una rueda de prensa que tuvo lugar pasado el mediodía en la Casina Pío IV, sede de la Academia Pontificia de Ciencias que preside el obispo argentino Marcelo Sánchez Sorondo.
"¡Mirá que son unos caraduras!", comentó el Papa cuando volvió a saludar a la delegación de San Lorenzo en el sagrato de la Plaza de San Pedro, después de la audiencia general, según pudo oírse gracias a los micrófonos desde la sala de prensa. Claro, en ese momento, los representantes de San Lorenzo le estaban entregando al Papa, más allá de la copa, una camiseta del club con la inscripción "Francisco campeón", junto a una aureola...
"Lo vimos a Francisco con una paz y una alegría increíbles", contó Tinelli, que ya había tenido el privilegio de estar con el Santo Padre a mediados de agosto pasado, cuando viajó a la ciudad eterna como parte de la delegación argentina que acompañó a la selección a jugar un partido amistoso contra los azzurri en homenaje a Francisco y para sumar adhesiones a un proyecto educativo. "Cuando vinimos esa vez, uno de los pedidos de Francisco a Julio Grondona fue que San Lorenzo fuera campeón... Y Grondona nos mandó a decirle que cumplió", bromeó Tinelli.
Si el regalo para Francisco fue la copa -que hubieran querido entregarle el martes, día de su 77 cumpleaños-, la foto de Pontoni y los guantes, los directivos azulgrana no se quedaron con las manos vacías. Más allá de los rosarios de rigor, acompañados por una estampita navideña, el Papa les regaló un bellísimo ícono bizantino de la Virgen. "Es una imagen preciosa que vamos a llevar al estadio", contó Tinelli, entusiasmado y enfundado, como el resto de la delegación, en un elegante traje oscuro con la insignia de la institución azulgrana. El otro futbolista presente fue Mauro Cetto.

La prédica de Francisco

Más allá de la buena onda y el fútbol como tema dominante, hubo tiempo de hablar de temas más profundos. Del deporte como medio para transmitir un mensaje positivo, de paz, de convivencia, de diálogo, como instrumento para llevar adelante esa "cultura del encuentro" que predica el Papa del fin del mundo. También hubo tiempo de repasar las grandes preocupaciones de Francisco, que pasan por el drama de los jóvenes desocupados, víctimas de esa "cultura del descarte" que golpea por igual a los viejos. Y, una vez más, se insistió en el papel fundamental del deporte para revertir también eso.
"Junto a Francisco recordamos que San Lorenzo fue creado por un cura y que todo el club intenta transmitir valores que van más allá del fútbol", puntualizó el presidente Matías Lammens. "Estamos orgullosos de tener un hincha como Francisco, un hombre con muchísimo coraje", agregó.
Y hablando de coraje, de las reformas que está poniendo en marcha en el Vaticano Francisco, descolocando a sectores más conservadores, el Papa "indisciplinado" y futbolero, en un encuentro con compatriotas que seguramente disfrutó, fue él mismo. Cuando alguien le preguntó cómo estaba, cómo llevaba adelante ese desgaste de poder que, seguramente, comienza a darse después del tiempo de "luna de miel", Francisco no contestó enseguida. Pensó unos segundos y luego dijo: "No perdí la paz".

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