lunes, 8 de abril de 2013

Pensar a futuro


San Lorenzo es demasiado grande para conformarse con un empate. Pero, a decir verdad, en estos tiempos, en los que cuesta encontrar una identidad futbolística, de una montaña rusa en el funcionamiento colectivo, en un contexto de barro en la ropa pensando en los promedios, que hay que seguir viendo otros resultados, que amigos, hay que decirlo, estaremos con calculadora en mano hasta la finalización del campeonato, el empate obtenido en Liniers tiene aristas positivas, dignas de valorarlas.

Vamos por el final: el empate tuvo, amén de la responsabilidad grosera del arquero Sebastián Sosa, un trinomio que colaboró para que San Lorenzo llegara a la igualdad, nos referimos a Héctor Villalba, Ángel Correa y Leandro Navarro, los tres ingresantes que propuso Pizzi en el complemento. Tres juveniles con un potencial demostrado en Reserva y que en sus escasos minutos en Primera División han correspondido con acciones lo mucho que se habla de ellos hace tiempo. Lógicamente, el crecimiento futbolístico debe ser acompañado con sapiencia, dosificando los minutos, desarrollar un trayecto de mediano plazo para que obtengan armas y fortaleza para cargarse la responsabilidad de conducir a San Lorenzo en los próximos años. La euforia de los hinchas hacia los juveniles del club es entendible pero, como todo en la vida, se requiere una aclimatación, un factor indispensable que el cuerpo técnico debe saber administrar de modo eficiente. Sería innecesario quemar etapas en el crecimiento profesional de estos jóvenes.

Yendo para atrás, lo mejor de los de Pizzi fue en el primer tiempo. Cambio de esquema, 4-4-2. Buffarini y Piatti en los costados, arriba Jara y Stracqualursi. San Lorenzo caminó con serenidad e inteligencia los primeros 45 minutos. Tuvo varias chances claras, un mano a mano despilfarrado por Jara, otra acción de Buffarini que se fue por arriba del travesaño y un disparo de Alvarado en el palo, tras un córner. Activos Mercier y Kalinski, la defensa también supo neutralizar a la ofensiva de Vélez compuesta por el triángulo Copete, Pratto y Rescaldani. El déficit, otra vez, resultó la definición, la purificación en los últimos metros. Franco Jara con voluntad pero sin atención, hay que fijarse las veces que cayó en offside, junto a Denis Stracqualursi, con el nivel más bajo desde que llegó a principios de la temporada a Boedo. 5 goles en 8 partidos marca la estadística. Demasiado poco.
El complemento, tras el gol de Rescaldani, mostró lo peor de San Lorenzo. Pelotazos sin sentido, pérdida de territorio, ausente Kalinski, Piatti impreciso, Buffarini enmarañado en sus dilemas de apresuramiento, Alvarado perdiendo los duelos aéreos y terrestres con Pratto y Rescaldani y la derrota aparecía otra vez como resultado. Más aún, tras el pésimo penal ejecutado por Stracqualursi después de un penal inventado por Piatti con la anuencia de Carlos Maglio. Lo válido, detrás de lo negativo, es la recomposición anímica, el no aflojar las piernas (menos la cabeza) y seguir intentando. El gol llegó de manera fortuita aunque no habrá que desmerecer la prodigiosa pegada de Leandro Navarro, quien hizo de las suyas con ese don durante los años que lleva en el club. La definición del pleito estuvo en los pies de Ángel Correa, tras un delicioso pase de Villalba, pero el juvenil de 18 años la picó de modo dificultoso y la pelota pasó al lado del palo. Por centímetros no fue victoria. Pero San Lorenzo mostró sobre el final otro rostro, más presente, Mercier como un león en el medio y mucha irreverencia en la zona ofensiva.

La irrupción de los chicos genera esperanza. La fragilidad de algunos futbolistas del plantel también genera resquemor y bronca en los hinchas. Buscar un equilibrio para que el crecimiento de los juveniles se vea sostenido por un equipo que goce de protagonismo y les permita desarrollar sus cualidades en un ambiente que los tome como partícipes y no como salvadores, esa ecuación maldita que arrastró al anonimato a decenas de jóvenes que surgieron con potencialidad en nuestro club y luego ante las situaciones apremiantes aparecían como los únicos indicados para resolver. Un error histórico imperdonable.

Se viene Racing, un clásico, sin Stracqualursi por llegar a las cinco amarillas, y un abanico de posibilidades que se le abre al cuerpo técnico. Rescatar aspectos positivos de la tarde de Liniers, que los hubo y hay que seguir profundizarlos, como a su vez el álgido tema de la definición, de practicar y practicar como único antídoto para paliar un mal que atravesó a San Lorenzo durante estas ocho fechas. Y seguir sumando para alejar fantasmas definitivamente. Sanlorenzowebsite.

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