A base de firmeza en la marca, criterio para subir y, sobre todo, mucha entrega, Walter Kannemann se apoderó del lateral izquierdo del equipo. Sus buenos rendimientos hicieron que desde Udinese pusieran sus ojos en él.
Será difícil que alguien pueda borrar de la mente de los hinchas de San Lorenzo ese cabezazo ante los sanjuaninos que le permitió al equipo santo salvarse del descenso directo y pasar a la Promoción de la temporada pasada. A partir de allí, el cariño de la gente para con Walter Kannemann creció.
Por el lateral izquierdo de la defensa, este pibe
surgido de las inferiores azulgranas encontró su lugar en el mundo. O al
menos en el cuadro de Boedo. Una vez que Juan Antonio Pizzi lo metió
allí, inmediatamente se ganó el puesto. Porque tiene con qué. Sólido en
la marca, criterioso a la hora de pasar la mitad de la cancha y, por
sobre todas las cosas, poseedor de una entrega indiscutida por la
camiseta.
Este buen nivel suyo en el final del campeonato
llamó la atención no sólo de sus compañeros, del cuerpo técnico, de los
dirigentes y de los hinchas (lo ovacionaron el domingo cuando lo nombró
la voz del estadio), sino que también despertó el interés del otro lado
del Atlántico.
El empresario italiano Bruno Carpeggiani, anda tras
sus pasos y ya estuvo preguntando por él. Carpeggiani ubica jugadores
en Udinese. La idea de la dirigencia es que Kannemann siga un torneo más
en el club y lo cierto es que por el momento es sólo un interés. Sin
embargo, este rubio ya se infla el pecho sólo con escuchar que desde
Italia consultaron por él. Y está bien que así sea, se lo ganó con
sacrificio.
0 comentarios:
Publicar un comentario