Campeones de la casa. Campeones de ayer a hoy. Campeones en presente y en futuro. Campeones de la vida. Leandro Romagnoli le abre la puerta de la gloria azulgrana a Ángel Correa y aHéctor Villalba . El ídolo de los pibes. Los pibes en el espejo del símbolo. Pipi tiene 32 años y un bolsón de títulos. Angelito cuenta 18 y Tito, de 19, se reflejan en sus tatuajes, en su trayectoria, en su vida arrasada por un ciclón. El 10, el 7 y el 9, el triángulo glorioso, en una charla íntima y divertida, con el sentimiento más allá del corazón. "San Lorenzo es mi vida", exclama Villalba. "San Lorenzo es nuestra vida", descubre Romagnoli. Correa asiente, con una sonrisa. Puntapié ideal para aferrarse a ese noble sentimiento. Que comparten desde siempre, ahora con la belleza que siempre despierta un nuevo título.
"Llegué desde muy chico, tenía unos 6 años, para mí era un mundo nuevo. Hice la escuelita, los infantiles, las inferiores, hasta llegar a la reserva y la primera. Estaban Silas, Gorosito, el Beto Acosta, eran todos muy importantes. Era difícil acercárseles a ellos, había otras formas, un respeto mayor", arranca Pipi, en esos viejos, intensos días de juvenil. Sigue: "Ahora todo es diferente. Antes eran casi todos grandes, con una trayectoria importante; ahora el fútbol cambió mucho, los mayores tienen menos de 30 años, hay muchos pibes de las inferiores, o chicos que vienen de otros lados. Es diferente: en estos tiempos, los grandes tenemos que adaptarnos a los chicos, todo cambia y si no te adaptas, se te complica. Antes, los chicos aceptaban las reglas que imponían los grandes. Yo los escuchaba mucho en mis primeros años. Después decidía yo. Me gusta escuchar y retener, fue importante crecer al lado de tantos monstruos", lanza el juego Romagnoli. Y los chicos caen en esa misma tentación.
"Siempre lo dije, desde que llegué al club, es un referente, un ídolo para mí. Es el ídolo de San Lorenzo, es un orgullo para mi carrera. Empezar al lado de él y salir campeón, es un sueño convertido en realidad", admite Correa. "Es un referente clave del plantel, es mi ídolo desde que nací. Me hice de San Lorenzo en el barrio que está enfrente de la cancha y Pipi, obvio, era lo máximo. Siempre quise ser como él. Respeto le tengo. Por todo lo que hizo en el club, es fuerte", explica Villalba.
-¿Te acercas a los chicos? ¿Les hablas, les aconsejas?
-Yo hablo mucho con Angelito, con Tito y con la mayoría de los chicos. Les aconsejo cómo manejarse en el fútbol y en la vida. Está en ellos si toman mi palabra o no. Yo siempre les hablo desde mi experiencia, porque tengo más años en esto. Lo bueno es que son muy buenos chicos, son muy respetuosos y agarran los consejos. Y se nota en el campo de juego: la rompieron en el campeonato. Son parte fundamental en el título.
-¿Qué significa San Lorenzo en tu vida, Pipi?
-Hincha fui siempre de San Lorenzo , pero a medida que uno pasa muchos años en el club, el sentimiento se fortalece. Te genera el tiempo otro tipo de cariño, esta es mi segunda casa, me siento muy cómodo. La gente me trata muy bien, siempre estuve contento de ser parte de este club, más allá de que vivimos momentos muy difíciles.
-¿Y para vos, Tito?
-Te repito, todo. San Lorenzo es mi vida. Es todo. Hace nueve años que estoy acá, lo tengo adentro. Yo respeto ese sentimiento en las tribunas, cuando era un nene, y en la cancha, desde que soy un jugador profesional. Soy lo que soy por San Lorenzo, sin vueltas.
Angelito y Tito son chicos de pies descalzos. De barro en las calles, de puertas abiertas, de agua en el desierto y de amagos al hambre de vez en cuando. Correa lo recuerda, sensibilidad en mano: "Vine desde Rosario a los 12 años y le tengo mucho aprecio al club. Salir campeón es lo máximo. Sobre todo ahora, si recuerdo todo lo que me costó adaptarme a Buenos Aires y a San Lorenzo, porque vos pensá que yo vengo de un barrio muy humilde de Rosario. Me costó demasiado estar lejos de la familia y de mis amigos y tenía que hacerme amigo de todos en la pensión así de rápido? Y ahora, le doy a mi mamá todo lo que siempre soñó y no pudo tener. A la larga, termino siendo hermano de la vida con Tito, con Navarro, con Contreras, con Catalán...
Ahora le toca a Villalba abrir su corazón: "Yo llegué a los 10 años al club. No vivía en la pensión porque estaba acá nomás, iba y venía con un bolsito, apenas cruzaba la calle (risas). Era el caminito de todos los días y por suerte nunca me pasó nada (risas). Es muy bueno salir campeón, porque es fuerte, si recordás de dónde vivís y todo lo que pasaste para llegar acá. Sobre todo por la familia, para sacarla adelante. Yo les doy todo. Mi primer sueldo se lo di a mi mamá y le dije hacé con esta plata lo que quieras. No lo podía creer, ¿de dónde sacaste todo esto? , me preguntó. ¡No sé qué habrá pensado! No entendía nada...
La ocurrencia divierte a los tres. Tito es el desfachatado, Angelito es el tímido y Pipi es...?el padre de las criaturas. El ídolo compartido. Correa no hace ni una gambeta ahora; se frena y se aferra a la amistad: "Salí campeón con mi grupo de amigos, esa es la sensación que tengo ahora. Porque somos todos chicos de la misma edad y recorrimos más de 5 años juntos. Jugamos un tiempo en la reserva y después saltamos a la primera. Y siempre juntos. Se disfruta el doble estar con la gente que más querés".
-¿Tenés otro sueño por cumplir, Romagnoli?
-Quiero terminar mi carrera acá, eso es lo que quiero ahora. Este título puede ser el último. Ahora sólo falta la vuelta a Boedo.
-¿Y vos, Villalba?
-Lo principal fue salir campeón. Y ahora quiero la Libertadores. Yo soy fanático de Cristiano. Ahora comparto la cancha con Pipi y tal vez, quién te dice, algún día voy a jugar al lado de él...
-Correa, falta que cuentes el tuyo.
-Ya cumplí dos: debutar en primera y salir campeón con San Lorenzo. ¿Qué más puedo pedir? No sé, jugar en la selección, jugar un Mundial. Ya que pedimos...?(risas)
La charla se aparta de la diversión. Pipi, el símbolo, toma el micrófono. Y recuerda aquellos días sin lunas ni soles. "Hoy es todo alegría, no se sale campeón todos los días. Por eso es bueno, en estos tiempos, recordar cuando las cosas no nos salían bien y estuvimos muy cerca de descender. Pero nos levantamos. Siempre nos levantamos. No me olvido de los días de tristeza, como ahora queda para siempre esta alegría inolvidable. Salimos campeones, logramos un objetivo que luchamos desde hace muchos años.
"Cuando nos salvamos del descenso fue un momento feo, es algo que no quiero volver a pasar. Fue durísimo, tremendo. Me acuerdo de la cara de la gente, ¡cómo lloraba en esos días!, lo tengo grabado a fuego. Y ahora, me río, porque todos lloramos, pero de emoción...
La emoción de ser de San Lorenzo..
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