El DT ensayó con cuatro cambios. El primero de ellos, largamente esperado: Torrico por Ibañez, de flojas actuaciones en la valla. El segundo, respetable: Cetto por Gentiletti, un central por otro. Y los otros dos, como mínimo, llamativos: Navarro por Kalinski y Romagnoli (por primera vez desde el inicio) por Buffarini. Así, el medio campo del Ciclón quedó integrado por un sólo jugador de marca (Mercier), un juvenil con buena pegada (Navarro), Piatti (por izquierda) y el Pipi (más tirado hacia la derecha), para abastecer a Correa y Verón arriba. La otra alternativa, no menos riesgosa, es retrasar un poco a Correa y que Romagnoli juegue libre como enganche.
Nótese que no se trata de simples modificaciones de nombres propios (lo cual sería siempre discutible), sino del enroque de funciones y características muy diversas.
De hecho, el aguerrido 4-4-2 con el que San Lorenzo realizó una excelente campaña como visitante (8 jugados, 4 ganados, 4 empatados, 0 perdidos), podría quedar relegado por una formación de mayor lirismo y menos combatividad. A menos, claro, que lo de esta mañana haya sido sólo una prueba.
Ante su casi segura renovación de contrato y con la pretemporada muy cerca como para ensayar todo lo que se le antoje, respetuosamente preguntamos, ¿sabrá el entrenador de la importancia que tiene este encuentro para el hincha del fútbol, en general, y para el de San Lorenzo, en particular? No es un partido más. Y no estamos para regalar nada, Juan.
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