Boedo explotó mientras palpita sus chances de campeonato: más de un centenar de fans bañó de afecto al plantel y hubo colas larguísimas para conseguir un ticket. "Es difícil no ponerse ansioso", dijo Pizzi.
Si el Papa Francisco, desde el Vaticano, eleva plegarias para que Dios (o Lorenzo Massa, un intermediario celestial) lo escuche y cumpla con su deseo de ver a su San Lorenzo campeón del Inicial...
Si el calendario azulgrana, encaprichado en abrir intervalos sin títulos para el CASLA (en épocas sepia, cada 13 años; en este último tiempo, de seis en seis), indica que ya es tiempo de una nueva vuelta...
Si Romagnoli estremece a los hinchas, Nacho Piatti los conmueve y Correa les nutre las esperanzas... ¿Cómo no se iba a disparar la ansiedad en Boedo? No hay clonazepam que tranquilice a la gente, que ya pulula enloquecida por las zonas sanlorencistas, queriendo una firma, una prenda de regalo, una foto y, por sobre todas las cosas, un ticket para el partido ante Estudiantes, que si se alinean los astros como durante la fecha pasada, podría ser determinante.
La Ciudad Deportiva, por ejemplo, recibió a más de un centenar de peregrinos que fueron sorteando rejas hasta llegar al estacionamiento del Nuevo Gasómetro. Acurrucados debajo de la Platea Norte, miraban desde un vallado cómo los jugadores se iban acomodando en sus coches. Y, al verlos desfilar por el parking hacia donde ellos estaban, deliraban. “¡Ahí viene Buffa!”, festejó una quinceañera, lookeada con la camiseta de hockey de San Lorenzo al ver al cordobés saludando desde la ventanilla. “¿Me bajo del coche, mejor?”, le aceptó la invitación el cordobés, ya posando para la foto, siempre sonriente y, casi sin darse cuenta, ya estaba grabando un mensaje para otra cumpleañera, mientras con un fibrón azul estampaba su autógrafo en la casaca alternativa que le acercaba una señora rubia.
El ritual fue repetido por Nacho Piatti, otras de las celebrities. Desde su coche, Nacho también recibió remeras, gorras y cuadernos para que dejara su firma, inmortalizado en las cuatro o cinco cámaras digitales. Mercier, Prósperi, Kalinski y Torrico, entre otros, también dejaron en marcha sus autos para abrazarse al cariño de los hinchas. “¿Tinelli se fue?”, preguntó un chico de unos cinco años, que se llevó del estadio una instantánea invaluable, acompañado de su papá y de Bernardo Romeo, un ídolo del 2001 al que no llegó a disfrutar en su versión top, hoy manager. ¡Hasta Lammens, el presidente, puso el gancho en las camisetas y se sacó fotos! Marcelo Hugo no hizo lo mismo porque había abandonado más temprano el club. Si no, también hubiera sido rodeado por el fervor incontrolable. “La situación que estamos viviendo motiva esto. Es difícil no ponerse ansioso, o entretenerse con otra actividad para evitarlo. Todos estamos pendientes de lo que pasará, hacemos especulaciones internas, nos imaginamos lo que se puede dar... Pero nos queda actuar naturalmente”, reflexionó Pizzi, otro de los que era esperado desde las puertas de la Nave por fans, que nutrieron su ambición al escuchar que el coach dijo que “campeón va a haber uno solo, y ojalá seamos nosotros”.
Santa sede.
Los feligreses de San Lorenzo, luego de visitar al grupo, encararon hacia las sedes de Avenida de Mayo y Av. La Plata en busca de sus entradas. La venta, que ayer se habilitó para los no socios (los que tienen carnet tienen acceso a las populares y precios rebajados para las plateas), “viene en un ritmo impresionante”, según manifestó Lammens. Hubo filas que superaron las dos cuadras en ambos puntos de venta, con gente que llegó a apiñarse desde temprano para no perder su plaza para el encuentro del domingo, ante el Pincha. Un partido que puede ser definitorio, en caso de que los resultados de los perseguidores se terminen dando a favor del Ciclón. La euforia ya explotó en Boedo, y hay una energía que anda reuniendo a las masas.
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